martes, 24 de marzo de 2015

Estambre y crochet para el alma

 Estambre de lana teñido naturalmente, tijeras, gancho de bambú y proyecto terminado.
Foto tomada por Andrea Ruz, o sea, yo.


Se dice que escribir te salva de no enloquecer, el crochet también.

Apenas hace unos años empecé a tejer, no sé ni porqué me nació la curiosidad porque mi madre no lo hace y creo nunca vi a mis abuelas hacerlo (después descubrí que más bien tejían con agujas). Supongo fue la combinación  de mi necesidad creativa y mi necesidad de encontrar algo que tranquilice mi mente. Paz mental.

Es la concentración. Como en yoga, tu mente y tu cuerpo se dedican a mantener las asanas, vas fluyendo con el ritmo y los cambios naturales del ejercicio. Así, tejer te mantiene concentrado en lo que haces, sobre todo cuanto debes mantener la cuenta precisa de tus puntadas y de las hileras.

Ya con más callo (experiencia) es posible hacerlo sin siquiera ver lo que estás haciendo, todavía no estoy a ese nivel.

Tejer se está convirtiendo, sino es que ya lo es, en mucho más que un hobby, ya no es cosa de abuelitas y de chambritas para bebé, es súper vangardista, con patrones y texturas muy interesantes. Se requiere de imaginación e ingenio matemático, hay quienes inclusive viven de ello, ya sea en la producción y venta o creando patrones nuevos.

Me gusta sentir la satisfacción al terminar un proyecto, por muy pequeño que sea. El setimiento de crear algo de 0 a 100% me hace sonreir. Te hace sentir bien contigo mismo.

Así que ya saben mi secreto, y ustedes ¿tienen algo parecido?

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